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El problema está en la frontera que ha ido divorciando cada vez más lo debido de lo correcto.
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Políticamente correcto. La hipocresía se ha ido maridando con la verdad

Por Roberto Casín
Los7Días.com

De qué nos quejamos. Hemos llegado lejos. Las estadísticas dicen que vivimos en uno de los países más ricos del mundo, si no el que más. Sea usted nativo o extranjero come bien, tiene techo, automóvil reciente o del año y además se da el lujo de tener asegurada casa, bote, y de ahí en adelante todo lo que pueda y se le ocurra. Eso de que sea obligatorio pagar por anticipado el daño que otros o la naturaleza puedan causarnos es aparte. La maravilla es que, gústenos o no, el valor de las propiedades está protegido y sus dueños, los auténticos, a salvo de pérdidas.

Aún así no faltan escépticos: que si los seguros médicos no sirven, que si en la escuela los niños no aprenden la tablas y basta con que compren una calculadora, que si los políticos tienen mil maneras de subirse el sueldo todas las semanas. En fin, que siempre hay y habrá lenguaraces y también sus imperfecciones.

Lo confirman las voces públicas y esos titulares de prensa que además nos alertan de que la crueldad con los mapaches y caimanes podría hacer de nosotros los animales más solos del sur de la Florida o que el daño a los corales amenaza seriamente con fulminar el turismo, una fuente de ingresos insustituible para el estado, ya que según parece sólo viajan a la Península submarinistas con esnórqueles y patas de rana en las maletas.

Exageraciones por doquier
Como se ve, en todas partes se exagera. Lo preocupante no está en las normas, ni siquiera en las instituciones, lentas como elefantes, pero que funcionan con impecable sincronismo burocrático. El problema está en nosotros, en la frontera que ha ido divorciando cada vez más lo debido de lo correcto, y maridando la hipocresía con la verdad.

Lo debido hasta hace poco era que los padres castigaran a los hijos menores de edad que torcieran el rumbo; pero lo debido ya no es políticamente correcto, según la frase tan de moda, y ahora son los hijos los que tienen potestad para denunciarnos y hasta llevarnos a la cárcel si osamos alzarles la mano para darles un coscorrón.

Lo debido era que los maestros disciplinaran a sus alumnos descarriados, lo políticamente correcto es que los menores puedan acusarlos de violarles sus derechos civiles si se atreven a darles un regaño aleccionador.

Lo debido era que los policías tuvieran autoridad para aplicar con mano firme y sin distingos el orden, pero mucho cuidado, lo políticamente correcto sí hace distingos, y puede que sea el policía quien termine hoy en la carcel y enjuiciado por brutalidad o discriminación racial.

Ocultando la ira
Lo debido es que los jubilados tengan derecho a un techo seguro al final de su vida; lo políticamente correcto es que pierdan ese derecho si no siguen pagando impuestos sobre la propiedad como el que más.
Si usted siente la necesidad de insultar a alguien en la calle o en el trabajo, lo políticamente correcto es que no lo haga, así que sonría y dele unas palmaditas de afecto en el hombro para que no le muelan los huesos. Y si el tragarse la bilis le provoca un acceso de cólera, lo políticamente correcto es que se enrole en una de esas escuelitas que tienen las grandes corporaciones para moderarles científicamente el temperamento a sus empleados.

Lo políticamente correcto aquí es no indentificar a la gente por colores, el blanco, el negro o el amarillo, porque eso para algunos en particular puede ser muy ofensivo. Y si son coterráneos que vienen sin papeles a quedarse en el país, lo políticamente correcto es llamarlos indocumentados, no ilegales.

El embrollo que se ha armado con lo que debemos y lo que no, lo que es permitido y lo que no se recomienda decir es tan mayúsculo que ya no vale la pena ni preocuparse por otros incordios sociales, como eso de que un microgramo de músculo de futbolista vale más que una neurona de científico, o un contrato para grabar un disco es más cotizado que el podio de un académico.

En suma, que si su opinión o la palabrita que emplea para expresarla no coincide con lo que el común de los que ejercen el poder consideran políticamente correcto, puede que del lío no lo salve ni la Primera Enmienda. Fíjense lo lejos que hemos llegado.

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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