Por David Hall Fortún
Los7Días.com
Algunos amigos se me han acercado, en público y en privado, y me han preguntado: ” David, ¿qué crees que va a suceder al final con las elecciones?”
Me da un poco de gracia, porque es como si esos amigos creyeran que yo sé algo que ellos no saben, o simplemente confían demasiado en mi capacidad de análisis. En todo caso, halagan mi ego en una forma que no merezco; ¡es un hecho demostrado que no soy bueno en eso de hacer predicciones, “sobre todo si son sobre el futuro” -debí hacer mejor caso a Yogi Berra!
Sería el colmo de la petulancia arriesgarme siquiera a imaginar qué sucedera en el futuro inmediato, pero voy a compartir aquí lo que veo, y a expresar lo que desearía ver.
Primero, los medios de comunicación y redes sociales, claramente alineados en favor del candidato Demócrata y rabiosamente en contra del Presidente Trump, han aclamado a Joe Biden como el presidente electo. Biden, ni corto ni perezoso, se ha montado en ese carro y, en una decisión estratégica, se ha proclamado ganador de las elecciones y, por lo tanto, presidente electo. De hecho, ha creado una entidad, inexistente hasta ahora, que ha llamado la Oficina del Presidente Electo. El objetivo de Biden y de la prensa es crear un estado de ánimo y opinión que den como faît accompli la derrota del Presidente Trump. A primera vista, pareceria estar dando resultado; hasta el premier Israelí, Bibi Netanyahu, en una acción que al menos a mí me ha dejado un sabor desagradable en la boca, ya felicitó a Biden por su “victoria”.
El problema es que todo eso no es más que un espejismo. La realidad es que, digan lo que digan los periódicos, las cadenas de televisión, Google, Facebook y Twitter, el resultado final de las elecciones aún no se ha determinado oficialmente, por lo que no sólo Donald Trump sigue siendo el único presidente del país, sino que Joe Biden no es presidente electo.
Los que apoyan al candidato Demócrata, hacen caso omiso de este hecho pues, como Biden dijera, “anteponen la ‘verdad’ a los hechos”, y ya están celebrando anticipadamente la “victoria”. Los que apoyan al Presidente Trump, todos están decepcionados, pues a pesar del anunciado fraude, esperaban una clara victoria del presidente en las urnas; muchos están cercanos a “tirar la toalla”, y algunos mantienen la fe, aunque comprenden que la batalla es cuesta arriba.
¿Dónde están las cosas?
Aunque los medios informativos -de nuevo, como una estrategia para favorecer a Biden- no estén dando cuenta de la batalla que se está realizando, el equipo legal de la campaña del Presidente Trump ha radicado varias reclamaciones en los tribunales estatales y en el Tribunal Supremo, impugnando los resultados en varios estados, alegando fraude y exigiendo recuento de votos. El resultado de esas gestiones legales es el que a la postre decidirá el resultado final de las elecciones. Los que apoyamos al Presidente Trump y votamos por 4 años más no debemos llamarnos a engaño; es una batalla harto difícil; los Demócratas han especializado el arte/ciencia del fraude electoral difícil de detectar y probar -parte de la estrategia fue la insistencia en el voto por correo y la no necesidad de presentar prueba de identidad. Una cosa es estar seguro de que hubo fraude masivo; yo lo estoy. Otra cosa es poder demostrarlo, y Estados Unidos aún es un país de leyes… afortunadamente.
Yo no conozco cuáles son las opciones de las cortes, en particular del Tribunal Supremo, para dirimir las disputas. Pero ésto es lo que yo quisiera ver:
Quisiera que los abogados de la campaña del Presidente Trump puedan demostrar que hubo fraude masivo -si lo hubo- o al menos introducir elementos de duda suficientes como para cuestionar la legitimidad de las elecciones en los estados en disputa.
Es probable que, aún si se demuestra que hubo fraude, no pueda determinarse con certeza que el fraude inclinó la balanza en uno u otro sentido, lo cual crea una situación de total incertidumbre y caos. Ante tal situación, no creo que el Tribunal Supremo -ni ningún tribunal- se atreverá a tomar una decisión en favor de ninguno de los candidatos.
La decisión salomónica que deseo es que los tribunales, si tienen esa prerrogativa según la Constitución -que tampoco lo sé- declaren que “hubo irregularidades en la votación. No sabemos si dichas irregularidades inclinaron la balanza en un sentido u otro. Tal incertidumbre atenta contra la integridad del proceso democrático. No es competencia de los tribunales decidir el ganador de unas elecciones en disputa; ese es un derecho que descansa en los votantes. Por lo tanto, la Constitución prescribe que, en los estados en disputa, las elecciones queden anuladas y se realicen nuevas elecciones en un plazo de 14 días, en persona -los simpatizantes de Trump que participaron en sus eventos masivos bien pueden votar en persona. Los simpatizantes de Biden que ya salieron masivamente a la calle a celebrar la “victoria”, bien pueden votar en persona- y con prueba de identidad para todos los votantes. El resultado de esas elecciones será inapelable y determinará quién será el próximo presidente de los Estados Unidos.”
¿Estoy soñando? probablemente. Pero prefiero soñar, porque la realidad, despierto, está resultando una pesadilla.
