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El escándalo con los seguros es tema de gran encono popular.
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Los seguros de casas y la pasión por el fútbol

Por Roberto Casín
Los7Días.com

A simple juicio, el título de esta columna puede parecer disparatado. Qué tiene que ver algo tan calculado, frío y deshumanizado como un seguro sobre la propiedad con un deporte tan sanguíneo como el fútbol.


Los seguros se sustentan en las matemáticas, en la lógica impersonal de los desastres naturales, en la despiadada rivalidad de las sumas y las restas. El fútbol, en los impredecibles ardides de sus jugadores y en las desenfrenadas pasiones de su público, de reacciones igualmente arrolladoras y competitivas, hasta el cabezazo o la patada final.


Los seguros existen para brindar protección. Los futbolistas para todo lo contrario, deshacer la mucha o la poca defensa de que hagan gala sobre el terreno los adversarios. Pero también en el caso que nos ocupa, las apariencias engañan. Aunque no lo parezca existe una conexión, puesta muy dramáticamente de relieve en los últimos años.


La pelota de fútbol es para los jugadores, lo que los asegurados somos para los aseguradores. Entre una portería y la otra, todos corren fajándose por nosotros, para estamparnos allí donde mejor rebote, la punta del pie. Y ya no sólo en época de huracanes. Cualquier momento aparenta serles propicio para el negocio.


Seguros sobre la propiedad
Resulta que los seguros sobre la propiedad –por no hablar de sus parientes más cercanos, los de salud–han dejado de ser una empresa como otra cualquiera, donde los dueños están siempre expuestos a los imponderables de la suerte o al resultado de su mala o buena gestión.


Una fábrica de paraguas puede quebrar y sus propietarios irse a la ruina si nunca llueve. Un vendedor de cunas, morirse de hambre si la gente en su pueblo no hace ni lo necesario, ni lo divertido ni lo posible por multiplicarse. Hasta un funerario puede verse en aprietos si el médico de la comarca resulta demasiado bueno. Todo eso es aceptable.Sin embargo, que una compañia de seguros se retire del juego porque pierda, eso no.


¿Cuánto hace que no oye usted algo semejante? Es como en mi época de niño, cuando jugábamos con barajas a las apuestas. Todos nos disputábamos la banca, para repartir las cartas. El dicho era: el banco pierde y se ríe, el que apuesta pierde y se va.


Muchos años después, con los seguros sucede igual. Puede ocurrir el desastre natural más pavoroso, desencadenarse el tornado más devastador o el más temible huracán. Los seguros nunca pierden. Las primas suben desmedidamente porque las pérdidas nos las pasan a nosotros. Y resulta que quienes se supone debemos ser los rescatados terminamos financiando nuestro propio rescate.


Tope a la avaricia
Lo censurable es que un enredado andamiaje de leyes lo permite o al menos no lo impide, con lo que tendríamos suficiente. Y si inexorablemente las ganancias se les reducen, y las cuentas comienzan a resultarles flacas, simplemente se lavan las manos y se marchan, con patente de corso después de medrar también para huir. El escándalo con los seguros es tema de gran encono popular. Y no faltan las más descabelladas teorías para remediar el problema. Se ha hablado incluso de vender bonos de fondos de catástrofe para transferir al mercado financiero el riesgo de pérdidas. Todo menos agarrar el rábano por las hojas.


Muchos lo piensan, pero nadie se atreve a meter la mano en la hoguera para ponerle tope a la avaricia. Resultado: cada vez que se mueve cielo y tierra es para preservar el derecho al lucro de los aseguradores, nada más. Los hay incluso que meten miedo con que la más mínima intervención del estado socavaría la empresa privada. Y le ponen el sambenito de socialista a cualquier intento regulador.


Qué tal que hayamos tenido que acceder a que se nos vigile más y renunciar a algunos gozos individuales para defendernos de los terroristas. No por eso se han desmoronado nuestros pilares. Más bien los hemos preservado. Sería mejor que los políticos se planteen la crisis de los asegurados, más que la de los aseguradores, también como un asunto de seguridad nacional.

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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