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Sierra y Tierra: Nadie es desechable

Por Javier Sierra
Los7Días.com
 

Con la pandemia del COVID-19 llegó otra peste: la larga lista de supuestos expertos que nos tratan de vender el concepto de gente desechable para justificar sus peligrosos planes de reabrir la economía.

Mehmet Oz, llamado Dr. Oz, defendió la reapertura de las escuelas del país que “solo nos costaría una mortandad del 2% a 3%” de los estudiantes, calificándola de “apetitosa oportunidad”.

El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, sugirió que los ancianos del país deberían estar dispuestos a “arriesgar [sus vidas]” a cambio de salvar la economía. Etc., etc., etc.

Esta atroz mentalidad medieval parece inmune a que en Estados Unidos el saldo mortal del COVID-19 ya ha sobrepasado los 70.000 muertos, que ya tenemos 1,1 millones de infectados y que somos el epicentro mundial de la pandemia.

El temerario impulso de reabrir la economía, liderado por Donald Trump, obvia las advertencias de trabajadores de la salud, científicos y expertos.

“Las cuentas son por desgracia bastante simples. No se trata de si las infecciones aumentarán, sino por cuánto”, dijo Jeffrey Shaman, epidemiólogo de Columbia University.

La propia administración Trump predice que para primeros de junio, el virus matará a unas 3.000 personas al día.

Debido a la ausencia de un régimen nacional de testeo adecuado, la respuesta a la pandemia ha sido como volar a ciegas sin una comprensión real de la extensión del contagio. Trump prometió que su administración proveería 5 millones de tests al día, a lo que su jefe de testeo, el Dr. Brett Giroir, respondió lo siguiente: “No hay absolutamente ninguna manera en este mundo, en este planeta, ni en cualquier otro planeta que podamos ofrecer 20 millones de tests al día, ni siquiera 5 millones al día”.

Este impulso a reabrir a cualquier precio también ignora que nosotros los hispanos y otras comunidades de color —el 80% de los hospitalizados en Georgia es afroamericano— sufrimos desproporcionadamente este flagelo. Los números son desgarradores:

·         En Nueva York, el índice de muertes per cápita entre los hispanos es el más alto de la ciudad y el doble que entre los blancos. 

·         En Nueva Jersey, casi el 30% de los infectados es hispano, mientras que son solo un 19% de la población.

·         En el estado de Washington, el 25% de los infectados es hispano, con solo un 13% de la población.

¿Por qué? Una gran proporción de hispanos trabaja durante la pandemia en primera línea en rubros esenciales, como supermercados, restaurantes, salud, agricultura, industria cárnica y transporte. Y debido a sus bajos ingresos, estatus migratorio o carencia de seguro médico, es mucho menos probable que busquen u obtengan cuidado de salud.

La situación es muy similar a las consecuencias de otra plaga que lleva décadas castigando a mi comunidad: las injusticias ambientales, el bombardeo tóxico del que es objeto en lugares de todo el país.

Un sondeo nacional del Sierra Club reveló que el 40% de los votantes hispanos vive, trabaja o estudia peligrosamente cerca de un lugar tóxico, como una refinería, una planta de carbón, una autopista o un campo agrícola. Los ejemplos de este abuso abundan, estos son algunos recientes:

·         La demolición de una dilapidada planta de combustión de carbón en Chicago cubrió un barrio hispano con una nube de polvo tóxico.

·         También nubes de polvo tóxico llevan años enfermando a las comunidades desproporcionadamente hispanas a orillas del Salton Sea, en California.

·         Los accidentes e incendios en el mayor conjunto de instalaciones petroquímicas del país en Houston impactan directamente a los barrios hispanos que lo rodean.

En medio de la peor catástrofe médica y económica en un siglo, hay hambre de solidaridad y gentileza. Como los taxistas en Madrid que se niegan a cobrar por transportar a pacientes y trabajadores de la salud a los hospitales. Las ovaciones espontáneas que millones de personas dedican a los trabajadores de salud desde sus ventanas. O los miles de personas que enviaron tapabocas hechos a mano al gobernador de Nueva York para repartirlas entre su castigada población.

Porque en este mundo no hay nadie desechable.

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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Redacción Los7Días.com
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