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Los espanglonautas no almuerzan, “lonchan”, no manejan una camioneta sino una “troca”.
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Espanglish con alevosía. Los verdugos del español sientan cátedra

Por Roberto Casín
Los7Días.com

En nuestros tiempos se oye de todo. O es que no ha escuchado usted decir lo grande que somos, lo lindos, lo inteligentes, lo geniales. O eso de que si no fuera por nosotros, pobre de los americanos. La avalancha migratoria de hispanos a Estados Unidos ha destapado toda clase de elucubraciones y pasiones. Buenas y malas.Y hasta por ahí se afirma que el actual progreso del país también nos lo deben.

Pero brillo aparte –que lo tenemos– no es propósito de este Vistazos predicar contra los tarzanes de la hispanidad sino contra los verdugos del español, los adictos al espanglish. En los últimos años han proliferado con tenacidad epidémica. Estan donde menos usted los espera. Se codean con altos ejecutivos de empresas, con políticos, estrellas de la farándula, y lo más trágico, sus escritos se difunden, hablan en la radio y hasta por televisión y también ya están en las escuelas. ¿haciendo qué? Dicen ellos que enseñando español.

Con vocación de alquimistas destripan palabras y deshacen reglas, omiten acentos y fabrican verbos y vocablos que dejan boquiabierto al más liberal de los lingüistas. Los espanglonautas no almuerzan, “lonchan”, no manejan una camioneta sino una “troca” y por supuesto no devuelven ninguna llamada telefonica, simplemente “llaman para atrás”; tampoco llenan formularios de solicitudes, ellos “aplican”, y en aras de la brevedad no se consideran víctimas de abusos, sino “abusados”.

Acortando palabras
Lo de acortar palabras como quien ahorra dinero tiene para ellos su lógica. Dirán que el inglés es el idioma de los negocios. Y no nos debe extrañar que en una sociedad tan utilitaria, los que abunden sean los anuncios de aprenda inglés en cuatro días. Porque para ser justos, el español, ni aunque lo estudiaran en cuatro años.

Si embargo, la liviandad de sesos no ofende tanto como la impunidad con que los espanglonautas desguazan el español. Y peor aún, con la pedantería con que se atreven a enmendar la buena lengua o articular el más altisonante disparate.

Los espanglonautas actúan con patente de corso y llevan parche en el ojo, aunque no se les vea. De modo que para ellos la vida fluye en una sola dimensión, de la que por supuesto están excluidos los poetas como mayores artífices de la lengua, y en la que en cambio tienen cabida un sinfín de alimañas de la vulgaridad.

Se explica que de mañana, claro está, ninguno se lea los periódicos de Madrid, México o Buenos Aires ni se entere de las noticias por algún canal de televisión hispanoamericano. Tampoco estuvieron al tanto del Congreso Internacional del Español recién concluido en Cartagena de Indias, en Colombia. Para qué.

Poco amor por el idioma
Su gran flaqueza es que de niños, nunca les leyeron a Platero y Yo, y ahora de adultos si han oído de Cervantes lo confunden con el Quijote. Si se les pregunta por Borges, Cela, Neruda, García Marquez o Paz diran que pueden ser apellidos de inmigrantes indocumentados. Eso sí, nadie les quita el mérito de pensar en inglés y creer que se expresan en español.

Lo criticable es que se señale a los espanglonautas como arquetipos, como frutos de una afortunada comunión. Y que otros por crasa ignorancia, dándoles crédito, no hagan otra cosa que incitar al menosprecio por el buen español. Así que eso de que el crisol de culturas, y por extensión de lenguas, ha servido para darle lustre a nuestro idioma como osan decir algunos por ahí, no sólo que no me lo creo sino que además me da revolturas.

Para poner los puntos sobre las íes, que si por las letras corriera sangre, lo del español en este país podría ser descrito como una horrenda carnicería. Y que hacen falta muchos curas del idioma, altares del castellano, puristas de la letra, léase inquisidores con poder de castigo sobre el disparate, en cada escuela, en cada casa y sobre todo en cada redacción. De lo contrario dentro de unos años, los que aman nuestro rico idioma y hacen un culto del hablarlo y escribirlo como corresponde tendrán que hacer como el músico de cantinas, irse con sus canciones a otra parte, y además soportar que las palmas se la lleven los que más desafinan y tienen repeor voz.

 

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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