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Amazon planea entrega de artículos con drones.
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Drones se apoderan del espacio aéreo en todo el planeta

Por Otto Rodríguez
Los7Días.com

El dron, ese aparato futurista que hasta hace apenas poco tiempo era un instrumento de hacer la guerra, vuela ahora por casi todo el cielo del planeta tomando selfies y abriendo un infinito universo de posibilidades en las industrias más diversas.

Los drones son pequeñas naves teledirigidas que pueden volar largas distancias y fueron utilizados originalmente por el ejército de Estados Unidos para labores de espionaje y reconocimiento a principios de la década de 1990.

Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos los modificó e instaló en ellos misiles de alta precisión con el fin de eliminar objetivos insurgentes en la guerra de Afganistán y en otros escenarios bélicos. Además de ser dirigidos a distancia, los drones militares funcionan en coordinación con satélites espaciales para orientarse y completar maniobras, y tienen un tamaño menor que el de una avioneta.

En tanto los drones militares son capaces de volar cientos de millas de manera autónoma, los aparatos comerciales están limitados a un pequeño radio de acción y su tamaño es mucho menor que el de sus ancestros. Muchos de ellos también funcionan con ayuda de satélites y el Sistema de Posicionamiento Global, conocido como GPS.

Amplio acceso
Con el paso de los años, la miniaturización de los componentes electrónicos y un acceso cada vez mayor a la tecnología por parte de empresas civiles, varias compañías han logrado reducir el tamaño de esos aparatos y ponerlos a la disposición de consumidores en todo el mundo.

La corporación DJI, el mayor fabricante de drones comerciales, estrenó en mayo de este año el Spark, “un dron que prácticamente cabe en un bolsillo y cuya especialidad es tomar selfies mediante gestos”, dice Frank Farray, CEO de Carolina Dronz, una de las principales tiendas online dedicada a la venta de esos aparatos y todo tipo de accesorios para ellos. Así, tomar fotos personales o de un grupo desde una perspectiva aérea, lo cual era casi imposible hace unos años, resulta ahora algo tan sencillo como echar a volar el diminuto aparato, situarlo a la altura deseada y comenzar a fotografiar o filmar en alta definición con simples gestos manuales.

El Spark, que cuesta $499, pesa sólo 300 gramos, puede alcanzar una velocidad de 31 millas por hora y volar a una distancia de casi una milla y media a una altura de 164 pies, agrega Farray.

El Mavic Pro, otro dron lanzado por DJI en octubre del año pasado, revolucionó el concepto de dron comercial, pues redujo casi a una cuarta parte el tamaño tradicional de ese tipo de aparato. La característica principal del Mavic Pro es que sus hélices y estructura de aterrizaje se doblan, tal y como hacen los populares transformers, para reducirlo al tamaño de un ladrillo, dice Bill Welch, un experto en drones radicado en Tampa que ha usado esos aparatos para diversos fines comerciales, desde fotografía aérea en zonas turísticas, hasta vídeos con fines de bienes raíces. Welch inició su pasión en este campo hace más de 10 años volando helicópteros de control remoto.

“Y en autonomía”, asegura Welch, “las credenciales del Mavic también resultan impresionantes, pues es capaz de volar casi media hora hasta cuatro millas, a una altura de 1,640 pies y velocidad máxima de 40 millas por hora”. Todo ello se suma a su capacidad de tomar fotos y vídeos en ultra alta definición (4K), lo cual lo convierte, al igual que algunos otros drones, en una supereficaz herramienta para realizar fotografía aérea con fines comerciales y aplicaciones en el cine, agricultura, conservación ambiental, servicios de emergencia, entrega de paquetes y construcción, por mencionar algunas.

Otra de las características del Mavic, afirma Welch, es que puede detectar obstáculos durante el vuelo y corregir el rumbo para evitar colisiones.

El Mavic Pro cuesta $999. Hay una versión que incluye accesorios y dos baterías extra por $1,299.

Modos de vuelo
Algunos modos de vuelos de los drones comerciales de la misma estirpe del Mavic son lo que le dan un toque de ciencia ficción al asunto. Entre los dos más notables figuran el denominado “active track” y “terrain follow”. En el primero, el usuario selecciona cualquier objetivo en la pantalla de su teléfono o tableta conectada al dron. Ese objetivo puede ser una persona, auto, bicicleta u otro vehículo. Cuando se activa la función de “active track”, la nave seguirá el objetivo a dondequiera que se traslade desde una altura seleccionada por el usuario. El “terrain follow” es particularmente útil para aquellos que practican senderismo o montañismo, pues el dron gradúa automáticamente el rumbo y la altura a medida que el usuario escala o desciende en un terreno irregular.

El universo comercial de los drones es tan ambicioso, que empresas como Amazon, Intel, Google y GoPro, entre otras, han desarrollado sus propios aparatos o fabricado componentes con la finalidad de ampliar las aplicaciones en este nuevo campo.

Amazon, por ejemplo, anda perfeccionando un sistema de entregas mediante drones conocido como Prime Air que prevé entregar paquetes con mercancía de hasta cinco libras de peso apenas 30 minutos después de haber sido ordenada. Actualmente, el proyecto se está ensayando en Estados Unidos, Reino Unido, Austria, Francia e Israel.

Justamente por su popularidad y expansión casi desenfrenada, los drones también han sido objeto de controversias y regulaciones por parte de gobiernos. En Estados Unidos, por ejemplo, está prohibido volarlos a más de 400 pies de altura, cerca de un aeropuerto o sobre eventos deportivos y estadios, afirma Welch. Tampoco se permite hacerlo sobre grupos de personas, cerca de aviones o durante labores de respuesta a emergencias, tales como fuegos, etc., entre otras regulaciones, agrega el experto.

A pesar de que los drones comerciales son capaces de volar largas distancias, Welch también recomienda tenerlos siempre en la línea de visión como una medida importante de seguridad.

Contrabando con drones
En casos notables en Maryland y Georgia, varias personas fueron encarceladas en el 2016 por utilizar drones para el contrabando de drogas y teléfonos en prisiones de alta seguridad. En el 2015, un usuario fue condenado a 30 días de prisión después que su dron chocó contra un edificio e hirió a dos personas que participaban en una manifestación. Lo mismo ocurrió en el 2016 con una persona que chocó el suyo contra el Empire Estate Building, en Nueva York.

Un tema recurrente en ese tipo de casos es que a las autoridades les cuesta trabajo encontrar a quienes operan remotamente los aparatos, lo cual ha llevado a la Administración Federal de Aviación (FAA) a desarrollar una estrategia para identificar y rastrear a los drones en pleno vuelo. Y tal es la preocupación de algunos gobiernos con el uso incontrolable de esos artefactos, que han encomendado la creación de sistemas antidrones con el fin de derribar cualquier artefacto que resulte un peligro.

Dedrone, una compañía fundada en Alemania, ha desarrollado un sistema que crea un perímetro alrededor de edificios gubernamentales, puentes, estadios y hasta prisiones para impedir la actividad de artefactos voladores en los alrededores.

El gigante Boeing, por su parte, está probando una tecnología láser conocida como Rayo de la Muerte (The Death Ray) enfilada a derribar drones en pleno vuelo.

Entre las ideas más originales para interceptar esos artefactos está la de entrenar a aves de rapiña que se encargan de eliminar las naves intrusas de manera natural y sin mucha tecnología.

Los nuevos modelos
Pero de todos los hechos recientes relacionados con estos aparatos uno de los más significativos tiene que ver con un adolescente de 19 años que promete poner en nuestras manos el dron del futuro, armado con inteligencia artificial capaz de identificar rostros y objetos entre una gran multitud. Según dice George Matus, este joven inventor que vive en Salt Lake City, en el estado de Utah, el suyo podría ayudar a la policía a encontrar niños perdidos, a granjeros monitorear sus rebaños y a inspectores revisar edificios enteros sin tener que bajar ni subir escaleras, entre otras aplicaciones.

Tan decidido anda Matus en esta empresa que ya ha convencido a algunos de los principales inversionistas de Silicon Valley, quienes han puesto en sus manos casi $3 millones con el fin de desarrollar este superdron, conocido como Teal Sport y que se espera salga al mercado en las próximas semanas.

El Teal Sport es capaz de volar a más de 70 millas por hora con una computadora ultramoderna a bordo que puede ser controlada mediante órdenes habladas en un teléfono inteligente.

Matus y su Teal Sport podrán, o no, traernos el futuro de estas pequeñas aeronaves, pero lo que sí queda claro es que los drones han llegado para quedarse a compartir el cielo con los aviones y las aves.

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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