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La ignorancia y el desinterés de nuestros conciudadanos es lo que permite la implementación de políticas absurdas.
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La carga de la Brigada Ligera

Por José Manuel Pallí
Los7Días.com

En esta era de la sociedad mediática (social media) en la que todos podemos ser parte de la tele realidad (reality shows), tener un presidente “twitero” al que la gente reconoce por sus payasadas en la pantalla de TV puede resultar contagioso. Si este personaje ha podido llegar a sentarse en el sillón de George Washington (como hace años consiguió otro farandulero, Carlitos Menem en Argieland, sentarse en el sillón de Rivadavia) qué sentido tiene ponerle límites a nuestras aspiraciones, ya sean políticas o vocacionales (Kim Kardashian quiere ser abogado, y en este país donde cualquiera puede ser presidente, cualquiera puede ser abogado –y hasta juez, si quien lo designa es un cualquiera como nuestro “tremendo presidente” actual).

Los acólitos y asesores de nuestro “tremendo presidente” han adoptado la receta de su jefe, desde el senador por la Florida Marco Rubio hasta el asesor de seguridad nacional John (Mike) Bolton: “twitean” mañana, tarde y noche convencidos de la verdad que asiste todavía hoy a aquel dicho de Goebbels: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.

Arma de doble filo
Claro que la sociedad mediática puede resultar también un arma de doble filo, cuando un cualquiera se dedica a twitear lo primero que le viene a su escasa mente incurriendo en disparates e incongruencias fácilmente constatables; aunque también es cierto que ya hoy ni los filos son lo que eran (gracias a la brevedad de lo que llaman el “news cycle” – 48 horas máximo).

La escasez y la simpleza de las mentes de quienes hoy rodean a nuestro “tremendo presidente” en su Trumpland ya es proverbial. Hemos llegado a ese nivel tan bajo porque funcionarios como Bolton; el “enviado especial para Venezuela”, Elliot Abrams (solavaya, responden los venezolanos); el “director de asuntos del hemisferio occidental del consejo de seguridad nacional de los EE.UU.”, Mauricio Claver-Carone (el largo del nombre del cargo es inversamente proporcional a su importancia) y muchos otros más han surgido (o re-surgido) de los estratos más bajos de lo que en los EE.UU se considera parte del “Civil Service”: el lobismo, el mismo mal que nuestro “tremendo presidente” prometió erradicar del pantano que es Washington D.C.

Si bien es comprensible la dificultad en encontrar gente seria que quiera trabajar en cualquier puesto dentro del aquelarre en que nuestro “tremendo presidente” ha convertido a la Casa Blanca, la dificultad es aún mayor en un ámbito como el de las relaciones con nuestros vecinos en el hemisferio occidental.

Uno de nuestros diplomáticos de carrera –en una época no muy lejana los había– me comentó alguna vez que el sub-secretario de estado para el hemisferio occidental rara vez tenía acceso al secretario de estado, como no fuera que coincidieran en uno de los baños de Foggy Bottoms. La falta de interés por el hemisferio occidental (y de conocimiento sobre el mismo) ha sido una constante en nuestra historia. Para el pueblo “americano”, que vagamente conoce su propia historia, los acontecimientos en nuestro patio trasero jamás han tenido mayor trascendencia –la crisis de los misiles, hace ya cerca de 57 años, fue la última instancia en que un acontecimiento en el hemisferio occidental  fue noticia a nivel nacional en los EE.UU.

Los “expertos”
Como en el reino de la ignorancia el “experto” es rey, vemos con verdadero estupor como cada vez que se produce algún hecho relevante en el hemisferio occidental aparecen en nuestras pantallas y en nuestros periódicos el mismo grupete de “expertos” –Roger Noriega, Otto Reich, o bien alguien como Marco Rubio o tantos otros cubanos metidos a políticos que por el solo hecho de tener raíces cubanas pretenden merecer la credibilidad de la que carecen.

Entre los pocos que tienen algún conocimiento del hemisferio occidental entre nosotros hoy día se encuentran algunos académicos que han dedicado sus carreras al estudio de la región (nuestro patio trasero, conforme a la visión de Trump, Rubio, Bolton y compañía). Pero el mundo académico nunca ha tenido gran influencia en nuestras decisiones políticas, y hoy tiene menos peso todavía (al igual que la ciencia).

La ignorancia y el desinterés de nuestros conciudadanos en toda la nación es lo que permite la implementación (o reimposición) de políticas absurdas, añejas y ya fracasadas en el hemisferio occidental, como los recientes intentos de derrocar (vía Twitter) a las autoridades venezolanas y, ahora, a las cubanas. ¿Cuánto puede durarle la paciencia a nuestro “tremendo presidente”, cuando ya llevamos más de tres meses de aspavientos twiteros de sus “asesores” en el caso de Venezuela? Me imagino a Bolton, vestido con Cardigan, liderando la carga de su caballería ligera (ligerísima), abatido por el fuego graneado de tweets burlones – la morsa me engañó…

De modo que tiempo al tiempo. La “boltonería” no tendrá el recorrido que pretenden sus “arquitectos”, y, tarde o temprano, la política exterior de nuestro “tremendo presidente” retomará su curso de reuniones tete a tete con sus pares –en este caso con Raúl Castro (conociendo a nuestro “artista de los acuerdos”, nunca se sentaría con Díaz Canel), y hasta con Maduro.  Y terminará diciéndonos que son grandes líderes a quienes sus pueblos adoran… Y Pompeo el no tan grande nos explicará que cuando nos decían que “todas las opciones estaban sobre la mesa” se referían al Big Mac o al Whopper, al batido de chocolate o al de fresa.

Para entonces puede que hasta Marco Rubio se haya bajado de la guagua (o se encuentre debajo de ella, empujado por su twitero en jefe) y haya “reconsiderado” una más de sus promesas: la de no confrontar con Trump en las próximas primarias republicanas. Y es que las promesas del “pequeño Marco” son como los amores de estudiantes…, flores de un día.

Las opiniones y el contenido expresados en este artículo son exclusivamente las de su autor y no reflejan la posición editorial de Los7Días.com.

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